Hacer buenos combinados no tiene demasiado misterio: la única máxima reside en las proporciones, ser cuidadoso en el manejo de copas y hielos y usar destilados de cierta calidad.
En muchos casos, ni siquiera se necesita una coctelera: aunque este instrumento es muy útil, la mayoría de los cócteles se pueden utilizar mezclando bien los ingredientes en una jarra.
Esta selección de cócteles más o menos clásicos te ayudará a dar un toque de color a las celebraciones.
El Bloody Mary es uno de los cócteles más populares de todos los tiempos. No es seguro que fuera exactamente así, pero parece ser que fue un barman llamado Fernand Petiot, quien inventó este combinado en el Harry’s New York Bar de París en 1920, mezclando a partes iguales vodka y zumo de tomate.
A la hora de condimentar este cóctel, es fundamental un buen toque de salsa Perrins, muy poco Tabasco (dos gotas) para no pasarnos de picante agresivo y dos o tres vueltas de pimienta negra que completarán el efecto picante, para que quede en su punto. Opcionalmente se puede añadir un chorrito de caldo concentrado de carne para potenciar el sabor. Agregamos también el zumo de limón, aproximadamente 15 ml y agitamos con un cubo de hielo para mezclar bien y enfriar. Continuamos con el vodka, utilizando la medida del jigger pequeño o grande, en función de la proporción de alcohol que se desee incorporar. Lo habitual es utilizar una tercera parte de la cantidad de zumo de tomate que se vaya a usar.
El Negroni es uno de los más legendarios cócteles de aperitivo. Cuenta la historia, de origen discutido, que el conde Camillo Negroni era un gran aficionado al Americano, un cóctel famoso en toda la mitad norte de Italia formado por Campari, vermut y soda. Un día, cansado de tomar siempre lo mismo, pidió al barman del Caffè Casoni, en Florencia, que cambiara la soda por ginebra, una bebida que acababa de conocer en un reciente viaje a Londres. Creó así uno de los cócteles más famosos y versátiles de todos los tiempos.
La piña colada es uno de los cócteles más popular de la historia. Y, como es habitual, su invención está llena de relatos poco fiables. La historia más extendida dice que el invento hay que atribuírselo a Ramón “Monchito” Marrero, el barman del hotel Caribe Hilton en San Juan, la capital de Puerto Rico, que se dice creó la Piña Colada en 1954. Pero, también en San Juan, hay otro restaurante que se atribuye su creación e, incluso, ha instalado una placa conmemorativa. Imposible saber la verdad. Lo que es seguro es que el cóctel se popularizó en Estados Unidos en los años 50 y, de ahí, se extendió por todo el planeta.
Bajo su sugerente nombre –sex on the beach significa literalmente “sexo en la playa”– se encuentra un cóctel afrutado, dulce y muy goloso que entra sin sentir. La criatura tiene peligro, avisamos.